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Achtung Plagio!

O cómo distinguir la inspiración de la copia (1ª parte)

Vaya por delante que en cualquier tarea, y más si se trata de un proceso creativo, es muy difícil no tomar patrones o elementos de otras obras ya existentes. Sin ir más lejos, en disciplinas tales como la arquitectura, moda, o literatura también hay casos polémicos acerca de la autoría y apropiación de ideas.

Según la definición de la RAE, el plagio consiste en copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. En términos jurídicos para considerar un plagio musical, normalmente se tienen en cuenta el número de compases seguidos que se repiten. Hasta siete compases es simplemente una inspiración o una mera casualidad. A partir de ocho compases seguidos, se está plagiando una obra. El plagio supone un atentado contra el derecho moral del autor a reconocer su obra como propia (artículo 14 de la Ley de Propiedad Intelectual).

¿Y dónde esta esa la fina línea entre copia e inspiración?

Sin ir más lejos, hace poco la Mala Rodríguez decía no tener ningún problema con Rosalía, pero la apropiación cultural existe. Obviamente todo es discutible, y le puede pasar a cualquiera: hasta el propio George Harrison tuvo que pagar por utilizar una parte de He´s so fine de Ronnie Mack, popularizada por las Chiffons, en My Sweet Lord.

Aunque, como decíamos, todo es discutible, no podemos pasar por alto casos flagrantes de canciones que son «clavadas» a otras. En este post vamos a analizar varias canciones de un grupo español muy conocido en los 80 -y todavía en la actualidad- que, con total descaro, hacía suyas líneas melódicas de otros. Y no tenían mal gusto a la hora de elegir los grupos a los que copiar. El resultado… lo dejamos al criterio de cada uno.

  • At the zoo – Simon & Garfunkel

A partir del segundo 24, esta canción es igual a la estrofa de Marta tiene un marcapasos. Con el pequeño matiz de que At the zoo es del año 1967, y la otra se incluía en un álbum de 1986.

  • Centro di gravità permanente – Franco Battiato

El cantautor italiano, muy popular también en nuestro país, incluía este magnifico tema en el que buscaba un eje que no le hiciese cambiar de idea, sobre las cosas y la gente, en su álbum La voce del padrone. Corría el año 1981.

Pues bien, en Venezia, fusilan el estribillo sin reparo. Y si hubiese dudas acerca del origen melódico de la copla, en su letra no dejan de repetir aquello de Vamos juntos hasta Italia.

  • Don´t worry baby – The Beach Boys

Mi favorito, en cualquier caso, es el que viene a continuación. Siendo niño, me gustaba mucho la melodía y el riff de guitarra (suena a grupos surf), pero no acababa de entender las referencias al «clarinete» y al «libro gordo de Petete», y sobre todo ese indescifrable inicio de la letra que decía algo así como:

«No soporto a las niñas, que todas las canciones les recuerdan a algo…»

Unos años después, ya adolescente, descubrí a Brian Wilson y los Beach Boys. Y entonces aquella canción que durante toda mi infancia pensé que era de Summers y su grupo, reveló su origen casi treinta años atrás…

La verdad es que hay que tenerlos muy bien puestos para ponerte a plagiar un clásico y comenzar diciendo que «no soportas a quienes todas las canciones les recuerdan a algo». Eso sí que es poner la venda antes de la herida. Toda una declaración de intenciones.

Quién sabe si el final del tema no es también un guiño a los oídos más perspicaces:

Ya sé que, solamente, soy un sinvergüenza

Es decir, más allá de la ñoñería de decir que las niñas se le acerquen, el propio Summers reconoce desde la primera frase que la canción te va a recordar a otra. Y más adelante, por si hubiese dudas, no tiene problemas en reconocer su falta de pudor. A poco que se lea entre líneas, todo un ejercicio de honestidad musical.

Ojo, estas canciones están muy bien: la estrofa de At the zoo, la melodía de Battiato, y mi favorita, la de que las chicas se acerquen… el problema es que ya estaban escritas. ¡Ya existían!  Esas canciones que, cuando era niño, se radiaban a todas horas, eran realmente canciones de otros. Reinterpretadas por ellos, con su estilo, sus letras…  pero no melodías originales.

Les perdí la pista hasta muchos años después, a mediados de la pasada década, cuando volvieron con un single que también se repetía continuamente en las radiofórmulas, No te escaparás. Pero con ellos ya venía curado de espanto y me sonaba demasiado familiar. Otra vez. Si le quitas los vientos, que le dan un toque de pachanga, la línea de bajo es fácilmente reconocible: The Passenger de Iggy Pop

Caso distinto al de los plagios es el uso de samplers, que consiste en la utilización de un archivo sonoro ya existente de cualquier tipo y reutilizarlo en una canción. Por ejemplo, frases de películas, canciones antiguas, etc…

También se puede hacer reproduciendo nuevamente el trozo de canción con otros intrumentos. El autor recibe una retribución por ello y, además, se le reconoce como tal en los créditos.

Por ejemplo, en la popular canción de The Verve, Bitter Sweet Symphony, hay un sampler de The Last Time de Andrew Oldham con los Rolling Stones:

Ya lo saben, amigos, a veces la música es ¡ver, oír y copiar!  ; )

Próximamente, más canciones apropiadas que algunos artistas intentaron hacer pasar como propias.

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1 Comentario

  1. Buenas apreciaciones sobre la distinción entre plagio y sampler, nunca me había quedado claro… y he de reconocer que nunca me habría parado a reflexionar sobre este grupo desde este punto de vista. Me ha gustado. 🙂

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