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Canciones que cambiaron el mundo…

Programas de música en TV (1 parte)

El pasado 8 de diciembre se ha estrenado Canciones que cambiaron el mundo en Movistar+. La idea del formato del programa es ir revisando distintas canciones que han pasado a la historia, a partir de las versiones que grupos nacionales hacen de las mismas. La presentadora es la cantante Zahara, que además colabora con las versiones que preparan los grupos. A su vez, cada programa se refiere a una temática concreta.

La idea de este formato es revisar aquellas canciones que, además de su manifestación musical, han tenido un impacto en la sociedad y en la cultura. El año pasado Movistar+ ya había hecho una incursión musical, produciendo POP, una historia de música y televisión. En mi opinión, Canciones que cambiaron… es todavía mejor.

Son canciones mayúsculas. En el segundo programa, llamado «Clandestinos», y dirigido al fenómeno de la inmigración e integración social, pudimos escuchar, por ejemplo, Inmigrant Song de Led Zeppelin, y también a Billie Holliday, explicando cuál es el origen de Strange Fruit.

A diferencia de otros programas de entretenimiento que buscan intérpretes (lo que no deja de ser un karaoke más o menos sofisticado), es interesante el ejercicio que plantea Canciones que cambiaron el mundo. Aunque suene un poco pretencioso, es cierto que en ocasiones hay canciones que nos vuelan la cabeza y hacen cambiar cómo percibimos nuestro entorno más inmediato. Y también han existido programas musicales en televisión, que se incrustaron en el pensamiento colectivo de generaciones… de eso trata este post: programas musicales en TV.

Por seguir la línea temporal, desde nuestros días hacia atrás, hay que destacar el nuevo programa de la 2, La Hora Musa, presentado por Maika Makovski. Con un formato de entrevistas -similar al de Jools Holland en la BBC– a grupos nacionales y foráneos, muy orientado a la música en directo y con un peso importante de la escena indie. ¡Ya tocaba que en la televisión pública se decidiesen a hacer algo así!

También en la 2, se ha ido afianzando en la parrilla, y en los especiales de Nochevieja : ), Cachitos de hierro y cromo, presentado por Virginia Rodríguez. Aprovechando el ingente archivo de RTVE, Cachitos es un programa que no deja de descubrir joyas.

Otra programa que no tuvo un recorrido excesivamente largo fue iPop, con Jesús Ordovás y China Patino, un magazine diario de media hora que buscaba trasladar la esencia del radiofónico Diario pop a La 2.

El Séptimo de Caballería, de Migue Bosé, sí aguantó años en la programación de TVE con invitados internacionales importantes y algunas polémicas sonadas, como aquella con Prince o las acusaciones de preferencia en la contratación de los grupos de Warner, el mismo sello para el que Bosé trabajaba.

Loquillo llegó a afirmar: «No puedo ir al programa de Migel Bosé, porque soy heterosexual y rockero». Curiosamente, Bosé y Loquillo, además de en el ego superlativo, coinciden en ser solamente intérpretes e incapaces de tocar ningún instrumento. Cada uno en lo suyo, tal para cual. En cualquier caso, y a pesar de Miguel Bosé y sus entrevistas estomagantes, hay que reconocer que no era un mal programa. Eso sí, dependía mucho del invitado:

En los años 90, en la televisión catalana, hablar de música y televisión era sinónimo de Sputnik, uno de los programas más populares de Canal 33. Videoclips, actuaciones en directo, entrevistas… Recientemente, en 2017, un nuevo programa llamado Sputnik órbita 90, buscaba recorrer aquellos momentos de la década de los 90, manteniendo el espíritu del Sputnik original. Cada programa se centra en un tema concreto. Por ejemplo: la primera visita de U2 a Barcelona, la muerte de Kurt Cobain, la invasión del pop británico… Son artistas y canciones que ya forman parte de la cultura popular, y la narración del programa sigue un ritmo ágil y entretenido.

A mediados de la década de los 80, Miguel Ríos en Qué noche la de aquel año, con guiones de Diego Manrique, repasaba a lo largo de 26 capítulos la historia del pop español, desde sus orígenes, a principios de los años sesenta, hasta mediados de la década de los ochenta cuando se grabó el programa. El formato consistía en un capítulo por cada año, comenzando en 1962 hasta 1987. Se recuperaron grupos y músicos que hacía tiempo se habían retirado, y que gracias a esta iniciativa acudieron al programa interpretando los temas que los habían lanzado al estrellato y que han pasado en mayor o menor medida a formar parte de la historia de la música del siglo pasado en nuestro país.

Mi tío grababa todos los programas en vídeo (¡en Beta!, en aquellos años aún existía aquella rivalidad Beta vs. VHS) y es uno de mis primero recuerdos musicales. Para mí era un programa formidable, una especie de revelación semanal sobre canciones y grupos. Me gustaría revisionarlo ahora y comprobar si efectivamente es tan buen programa. Las primeras veces que uno descubre algo siempre son las primeras veces. Y la nostalgia en los recuerdos pesa mucho.

Unos años atrás, de 1983 a 1987, coincidiendo con los últimos años de Movida Madrileña, en Tocata, presentado por Jose Antonio Abellán y Silvia Abrisqueta y guiones de Jose Ramón Pardo, pasaron casi todos los artistas más comerciales del momento.

La edad de oro, de Paloma Chamorro, fue coetáneo a Tocata pero con un perfil menos comercial y más orientado al movimiento artístico, cultural y musical de la Movida Madrileña. El propio Jose María Calviño, director general de RTVE opinaba: «Quizás sea el programa más de vanguardia de la televisión en Europa«. Solo duró dos años, de 1983 a 1985, pero cargado de polémicas como esta delirante entrevista a Almodóvar y McNamara:

Cruzando el charco, en Argentina, no podemos dejar el maravilloso Encuentro en el estudio, presentado por Lalo Mir y grabado en los icónicos Estudios ION. Recientemente se ha renombrado como Encuentros en la cúpula. En este programa el invitado era Vicentico, vocalista de Fabulos Cadillacs:

Y hasta aquí la primera parte de este post sobre programas musicales en TV.

Un último apunte: hay vida más allá de los talent shows. Y es importante distiguir entre programas de entretenimiento y programas musicales. Desafortunadamente, a veces se crea confusión entre ambos conceptos y las televisiones públicas han dejado de lado en sus parrillas, durante mucho tiempo, la programación de formatos musicales.

En el caso de las televisiones privadas, como Atresmedia o Mediaset, con sus espacios de madrugada (Minutos musicales) y la famosa «rueda«, da para un capítulo aparte. Estas televisiones privadas participan de la liquidación de los derechos de autor de artistas que suenan a horas intempestivas, en las que nadie ve la televisión, con el único propósito de generar ingresos para sí mismas. Obviamente, esto no entra en la categoría de programas musicales, ni ayuda a la difusión de la música. Se trata de retorcer los estatutos de la SGAE en una argucia, a priori legal, con el único propósito de enriquecerse. Es una situación penosa y una vergüenza que la propia SGAE, siendo la entidad responsable de la gestión de los derechos de los autores, consienta ese tipo de artimañas entre televisiones que manejan sus propias editoriales y «artistas» que ponen el cazo.

 

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