Este año iba de números redondos, se cumplían diez años desde la última actuación de Blur en el Primavera Sound de Porto, y también era la décima edición del festival (no es que Blur hubiese tocado en la primera, que fue en 2010, sino que en los años 2020 y 2021 el festival no se puedo realizar por la pandemia).
PARQUE DA CIDADE
Uno de los principales incentivos para asistir a un festival, además, obviamente, de los grupos que participan, es lo bien que esté montado. Sobre todo si la estancia se prolonga unos días. En el caso del Primavera Sound de Porto es difícil encontrarle peros. Un parque natural al norte de Porto, en el límite con la vecina ciudad de Matosinhos, lleno de árboles e incluso lagos. Por si fuera poco, a menos de doscientos metros está la playa y desde el propio festival se puede observar el mar. Excepto los puesto de comidas y merchandising, que están en una pista de asfalto, los cuatro escenarios se instalan en zonas verdes, aprovechando las laderas del parque que de forma natural sirven como gradas. Difícilmente se podría encontrar un emplazamiento mejor. Bien comunicado con la ciudad en metro, taxi y también a pie. El tiempo medio en las colas es muy razonable (no hay que esperar una eternidad para ir al baño o pedir una cerveza). Cuatro escenarios y cuatro días de música perfectamente planificados. Sin problemas de multitudes y con variedad de emplazamientos de ocio extramusical (alimentación, tiendas, puestos de descanso…).
Parque da Cidade, en el límite entre Porto y Matosinhos
En Matosinhos, a menos de veinte minutos del festival, hay sitios excelentes para comer. Y si alguien tiene interés por echarse al agua, se pueden alquilar tablas de surf en la propia rotonda de la Anémona, en el paseo marítimo que linda con el propio parque.
Uno de los cuatro escenarios sobre las laderas del parque
La playa, a tiro de piedra (literal)
En resumen, escenarios y sonido muy bueno en un marco inmejorable, sin esperas infinitas y con precios asumibles. Para el tiempo que uno esté fuera (también hay vida más allá del festival), múltiples posibilidades de planes: desde visitar el centro de Porto, ir a la playa, a las bodegas de Gaia… El único imponderable es el tiempo. Si le da por llover, como sucedió el miércoles y jueves, las idílicas praderas del parque pueden convertise en un buen barrizal. Por momentos aquello parecía más Glastonbury que Portugal, con todo el público equipado de chubasqueros infinitos y botas de agua. El clima atlántico es lo que tiene. Y los vaivenes del cambio climático tampoco ayudan (en Madrid, también se tuvo que suspender la jornada del jueves por posibles precipitaciones extremas en Arganda).
ROSALÍA, TOKISCHA, ST. VINCENT, LE TIGRE…
Mucha presencia femenina en el cartel. Rosalía realizó un show muy compacto de su gira Motomami -con bailarines, sin músicos-, con el público coreando la mayoría de las canciones y peleando por grabar cada segundo de la actuación con los móviles en alto. Hubiese estado bien algún tema de Los Ángeles, en vez de la versión de Hero de Enrique Iglesias.
La dominicana Tokischa, que ha colaborado con Rosalía, y de quien toma el sample de La combi Versace, actuó un par de horas después. También sin músicos sobre el escenario pero con bailarines y una puesta en escena hipersexualizada. Se decían tantas cosas pretendidamente procaces que más bien causaba indiferencia. El signo de lo tiempos, del dembow y el neoperreo. Y que cuanto más mayor se hace uno, menos entiende las cosas nuevas, supongo.
Le Tigre, grupo feminista que hacen un punk muy enérgico, con letras comprometidas. Como dato curioso, su líder, Kathleen Hanna, fue quien inspiró el nombre del tema de Nirvana, Smells like teen spirit.
Nunca había visto a St. Vincent y me pareció una barbaridad de concierto. Multinstrumentista, con gran variedad de registros, sonaba realmente bien. El riff de Los Ageless, me recordaba un poco al de I love cocaine de Buckcherry. Curiosamente, en este concierto no había bailarines/as, pero sí músicos (y muy buenos):
How can anybody have you and lose you? And not lose their minds?
ALWAYS SHOULD BE SOMEONE YOU REALLY LOVE…
Después de un par de días pasados por agua, el viernes y sábado se agradeció la aparición del sol. La tarde del sábado comenzó con un espectáculo flamenco muy interesante de Israel Fernández y Diego del Morao, otro buen ejemplo de los estilos tan eclécticos que tienen cabida en el Festival.
Ya entrada la noche, New Order revisó sus temas icónicos con el público entregado, pero algunos percances técnicos. La luz se fue hasta en dos ocasiones. Y justo al terminar, con el tiempo suficiente para que el público pudiese cambiar y que no se solapasen, empezaba en el escenario principal la actuación de Blur. Diez años después de su primera y única visita al Primavera de Porto. El jueves, al haberse cancelado el concierto del Primavera en Arganda, Blur finalmente acabó actuando para apenas dos mil personas, en vez de las treinta mil previstas, en una sala La Riviera llena hasta los topes (recordaba a aquel cambio de escenario que llevo a Bowie a tocar en la extinta Aqualung). En redes sociales, Damon Albarn y el resto de la banda explicaron que la experiencia de tocar ante un aforo tan reducido había sido increíble, y que se había excedido con algunos saltos de más, que a su médico no le iban a parecer tan buena idea.
En el concierto de Porto, el listado de los temas fue muy similar al del jueves en La Riviera. Abrieron con canciones del nuevo disco y poco a poco fueron desgranando sus éxitos más conocidos. El punto de inflexión fue Country House, después Parklife… y aquello por momentos se venía abajo. Dejaron para los bises un tema del nuevo álbum que es maravilloso, The Narcissist:
Damon Albarn es un claro ejemplo de artista curioso e inquieto. Y que se ha pasado el juego ya unas cuantas veces. Desde aquella rivalidad impostada con los hermanos Gallagher, y el binomio Blur/Oasis de los años 90, ha construido una carrera en la que nunca ha dejado de sorprender. El propio 13 de Blur ya era un disco que suponía una evolución evidente, mientras que Oasis de una u otra forma seguían repitiendo patrones similares.
Al margen de Blur, Albarn también tuvo tiempo para descubrir en Malí la riqueza de la música africana, y montar otros proyectos en paralelo, como The Good, the Bad & the Queen, con Tony Allen, batería de Fella Kuti, Paul Simonon de los Clash y Simon Tong de The Verve (con joyas como Ribbons) o Gorillaz. Desde luego resulta un caso asombroso de mucha producción y altísima calidad. Si alguien está interesado en conocer más sobre el proceso creativo del amigo Albarn, este documental en Movistar + merece la pena.
De ser sólo un cara bonita en los años del Cool Brittania, el tiempo ha demostrado que Albarn es un artista total. Y Blur sigue siendo uno de los grupos de nuestra vida. Si no puede ser antes, nos volveremos a ver dentro de otros diez años. Y la espera habrá valido la pena.
Algunos fragmentos del concierto:
Love is the greatest thing that we have…
Parque da Cidade (Live)
Himno pionero del género fluido
Damon, disfrutando entre la primeras filas
En 2024, el Primavera Sound de Porto volverá al formato de tres fechas, del 7 al 9 de junio, y por primera vez en domingo (el lunes 10 es la fiesta nacional). ¡Menos mal, que nos queda Portugal!