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Ruen Brothers, música contra las pesadillas

Todos los fans de All My Shades of Blue estamos de acuerdo: se trata de uno de los mejores discos de los últimos años. Los jovencísimos Ruen Brothers han atrapado toda la elegancia, la inocencia y la agridulce ensoñación de los primeros años 60 y la han transformado en una tanda de temazos. Una obra que debería sonar como muestra de esperanza en estos días tan oscuros que estamos viviendo.

Damas y caballeros, empecemos por la música:

Summer Sun concentra toda la esencia de la banda de la que hablamos. Aquí resuena el eco de canciones americanas legendarias. El timbre y las inflexiones de Roy Orbison, Chris Isaak y otras voces inmortales. El viaje nostálgico a una época en la que todo parecía más ingenuo y esperanzador. Una bonita banda sonora para un imaginar, en  estos días de encierro, un soleado atardecer por el amplio horizonte.

A la hora de conocer a sus autores, nos encontramos con unos cuantos datos sorprendentes. La envolvente y formada garganta que escuchamos es la de Henry Stansall, un mocoso que, pese a toda esa experiencia que transmite, apenas era mayor de edad cuando grabó el tema. Forma el dúo junto a su hermano Rupert (lo cual nos remite a otra referencia inevitable de su estilo: los Everly Brothers).

Pese a insultante juventud, ambos llevan casi una década tocando, evocando lo mejor de toda la música americana creada en los años de Mad Men. Pero la inspiración no nació en las interminables plantaciones de Arkansas o en un chiringuito junto a una playa californiana. Henry y Rupert son de la encapotada y plomiza Inglaterra y su carrera se curtió en pubs ingleses con aroma a cerveza y parroquianos de nariz roja en la barra.

Los chicos devoraron desde niños la colección de vinilos de sus padres y empezaron a destilar en sus propias recreaciones el espíritu recio de la América profunda con las mejores melodías pop y la dinámica del Elvis más flexible. Con 14 años ya estaban tocando en pubs de su Scunthorpe natal y colgando sus canciones en Internet.

Una de ellas, Aces, empezó a sonar en la radio y terminó deparándoles su primer contrato discográfico y el traslado a la urbe londinense.

El single no daba lugar a muchas interpretaciones: estos adolescentes venían con la misión de traernos toda la clase y el glamour de aquellos años en blanco y negro. Y estaban de sobra preparados para conseguirlo.

La canción llegó a los oídos del legendario productor Rick Rubin, un hombre capaz de oler el talento a un océano de distancia. Al viejo zorro se le debió de enarcar una ceja cuando escuchó a Henry y Rupert.

EL EFECTO MÁGICO RUBIN

Rubin es, ni más ni menos, uno de los cinco productores más importantes en la historia de la música. Su trayectoria es epatante. Por resumir lo irresumible, digamos que fue el responsable de convertir el hip hop en un fenómeno masivo en América, el que llevó a Red Hot Chili Peppers y a los Black Crowes al estrellato y grabó los mejores discos de Tom Petty (los de los 90) y la alabada última etapa de Johny Cash.

Lleva 40 años siendo poseedor de una fórmula mágica muy poco usual: saber combinar coolness con éxito comercial. A él han recurrido viejas leyendas (Mick Jagger, Neil Diamond), grupos de metal (Metallica, System of a Down), estrellas pop (Lady Gaga, Ed Sheeran), iconos indies (Lana del Rey, James Blake) y casi cualquiera que uno pueda imaginar en busca de unas gotas de esa poción.

Rubin se los llevó a vivir a Los Ángeles y les hizo una proposición que les debió dejar con la boca abierta: “¿Y si hacemos un disco moderno de los Everly Brothers y Roy Orbison producido por Phil Spector?”.

Desde luego, no podía haber nadie mejor para pulir y producir esa monumental recreación del pasado llamada All My Shades of Blue que el hombre detrás de los American Recordings de Cash o de Wildflower de Tom Petty. A su característico sonido cristalino y orgánico le unió, muy acertadamente, una intención por acentuar la faceta más oldie de los hermanos. Algunos dirán que Ruen Brothers suenan vintage, pero yo creo que más bien son atemporales; dentro de 30 años este disco seguirá sonando igual de bien y de intencionadamente añejo.

El álbum fue lanzado en 2018 con la participación, por cortesía del poder de convocatoria de Rubin, de músicos de alcurnia como Chad Smith (Red Hot Chili Peppers), Dave Keuning (The Killers) e incluso el gran Ian McLagan (Small Faces, Faces), que murió antes de escuchar el resultado final.

Tomaba el título de otra canción extraordinaria y orbisoniana como nunca.

Tras la publicación de esta joya, y definitivamente establecidos en tierras más soleadas, la reputación del dúo no ha dejado de crecer entre quienes los conocen. Recientemente han presentado una nueva canción, A Million Things, más florida y exuberante de lo acostumbrado.

En teoría, iba a ser el adelanto de su nuevo disco, pero quién sabe, en estos días negros que hacen peligrar cualquier promesa de futuro inmediato, cuándo podremos escucharlo. Siempre podremos sumergirnos en All My Shades of Blue para transportarnos, aunque solo sea durante 35 minutos, a situaciones, escenarios y sentimientos más felices.

 

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