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McCartney 3,2,1

Este documental, disponible en la plataforma Disney+, nos acerca al universo creativo de Paul McCartney a través de conversaciones con el productor Rick Rubin. El documental se divide en seis capítulos de aproximadamente media hora cada uno. Y el resultado es muy interesante, tanto para aquellos que conozcan de primera mano las canciones de McCartney y los Beatles, como para quienes se quieran acercar a la obra de McCartney.

Hace unos años se hicieron populares unos anuncios, un poco pretenciosos, de un banco que ofrecía conversaciones sobre el futuro entre personajes conocidos de distintos ámbitos: futbolistas, cantantes, escritores, etc… Lo que más llamaba la atención era el uso del blanco y negro. Pues bien, este documental, que mantiene ese uso estricto del blanco y negro, recuerda a aquellos diálogos. Pero más allá de la forma, también elegante y muy cuidada, es maravilloso precisamente por el fondo, por lo que cuentan.

El documental repasa la trayectoria de McCartney no sólo en los Beatles, sino también en Wings, con su mujer Linda, y su posterior carrera en solitario. A pesar de que el propio Paul comente que no sabe leer o escribir música, tiene un conocimiento inmenso, enciclopédico, que abarca desde el pop, su terreno natural, a los ritmos africanos de Fela Kuti.

El espectador es uno más en el estudio en que Rubin y McCartney van desgranando anécdotas y detalles de las grabaciones, así como algunas historias más qué curiosas: ¿alguna vez os habéis parado a pensar por qué el Sgt. Pepper´s lleva ese nombre?

No son anécdotas forzadas ni preparadas. Más bien surgen de forma natural como pudiera suceder entre dos personas con una pasión en común. En mi opinión, lo más sorprendente del proceso creativo y cómo convertir ideas en canciones, es el componente aleatorio que escapa a cualquier control. En algún momento, el propio Rubin bromea con McCartney diciéndole que si en aquel momento hubiese contando para la grabación con los mejores músicos de sesión del mundo -como podría hacer ahora-, el resultado hubiese sido bueno, pero distinto al original. Hay un halo de magia y espontaneidad, llámalo energía, que sólo se puede capturar en el propio momento, más allá de los medios técnicos y los mejores o peores músicos con los que se grabe. Por supuesto que también hubo ciento de horas de trabajo -o miles-, y el propio McCartney explica como el éxito no fue inmediato sino una carrera de fondo.

Otro momento muy interesante es durante la escucha que hacen de While my guitar gently weeps, cuando al analizar las distintas pistas escuchamos una línea de bajo diferente a lo esperado. Tiene mucha potencia y es muy distinta al resto, podría ser de una canción distinta a la línea melódica que suena casi como una balada.

No quiero hacer más spoilers, porque lo mejor es sentarse delante del televisor y disfrutar (los capítulos pasan volando, aunque sean media docena se pueden visionar en dos tandas de tres y tres).

Llegué hasta este documental por puro azar. El otro día viendo una entrevista de Buenafuente a Xoel López sobre su nuevo disco, le insistía en este documental 3,2,1 McCartney -aunque fuese de otra plataforma digital distinta a Movistar : )-, y lo vendió tan bien que no pude dejar de curiosear. A los cinco minutos ya estaba enganchado y disfrutando. Hagan caso a Buenafuente, este documental es una maravilla:

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